miércoles, septiembre 01, 2010

El Psicoescolaso: psicoanálisis y quiniela


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Por Pablo Secsfield

Entonces me encontraba mirando en la tele Atlanta – Sportivo Italiano, y mi mujer me dice: “Dejá de ver a esos, que son unos muertos” y justo después escucho “No, el muerto soy yo” y en la pantalla, en medio de la cancha, se levanta mi abuelo, muerto hace tres años, con la camiseta del Bohemio y le mete un planchazo descalificador al 8 de Italiano, que cayó al piso rodando. El árbitro lo expulsó mientras mi abuelo le juraba “es la primera que pego”.


El psicoanalista, sin sorprenderse, le respondió: “no parece raro, por lo que me dice: su abuelo era muy fanático de Atlanta, y ud siente que la mala campaña que el equipo está haciendo es un poco como una ofensa para el club. Aparte, debe dos cuotas de socio, ¿no le parece que por eso ud no podría estar sintiéndose un poco culpable por la campaña de Atlanta y por la decepción que sentiría su abuelo?” “Podría ser” “Muy bien, ahora, mire el cuadrito que tengo a mis espaldas” “Sí” “¿Qué número le parece que sería el más apropiado para el sueño que me acaba de contar?” “Me parece que el 48, ¿no? Es Il morto chi parla” “Muy bien, está muy bien. Estoy contento por los avances que está haciendo”.


Tal vez a algunos les parezca poco convencional la idea de un psicoanalista que tenga un afiche con la interpretación onírica de los números de la quiniela pegada junto a sus diplomas y la matrícula, pero hay una nueva tendencia psicológica que está experimentando con esa técnica. Es la denominada “psicoescolaso[1]”, e intenta unir en una sola práctica la interpretación de los sueños del psicoanálisis de Freud con la que hacen las agencias de lotería y los fanáticos de la timba.

“En sí, la propuesta es doble”, asegura Jacques Rivero, uno de los principales exponentes de esta disciplina, “por un lado trabajar con los problemas emocionales de la gente y, por el otro, unirlos con la pasión por el juego, devolviéndole a los conflictos personales su toque lúdico. Por eso no sólo trabajamos los sueños interpretando las experiencias reprimidas que pueden aflorar allí, sino que también intentamos ver cómo haciendo concientes aquellos traumas se puede también llegar a ganar a la quiniela”.


En sí, el psicoescolaso, o el uso psicolúdico de las expresiones oníricas tuvo origen cuando Maurice Pinedo, considerado el padre de esta rama psicoanalítica, se enfrentó a un hombre de mediana edad que era un furioso ludópata. Al parecer, el paciente, que había perdido su casa apostando a que Rial iba a mencionar el nombre de algún filósofo existencialista en una entrevista con Karina Jelinek, no podía dormir sin que se incluyeran en sus manifestaciones inconcientes elementos propios de los “sueños quinieleros. Esto hizo que su analista, sesión tras sesión, tuviera que tolerar relatos en los que aparecían en los momentos más insólitos huevos, niñas bonitas, locos, muertos parlantes, desgracias, caídas o lavanderas. Asimismo, el profesional soportó una vez que el adicto al juego lo zamarreara y le gritara “vamos a la agencia de la esquina, el 60 sale o sale”.


Luego de que Pinedo calmara a su paciente, le explicó que la aparición en un sueño de un cura que le había tocado los genitales no ameritaba a que recayera en el juego y apostara al sesenta[2], sino que más bien era motivo para que empezara a pensar en conseguir un abogado para iniciarle acciones legales al sacerdote de la iglesia en la que fue monaguillo durante su niñez. “Una vez terminada la sesión –explicó Pinedo- bajé a la agencia que está debajo de mi consultorio y tuve algo de curiosidad. Me acerqué y le jugué treinta pesos al sesenta: salió a la cabeza, con la plata que gané me compré una laptop”.


Más allá del triunfo monetario, Pinedo había conseguido el que es, hasta ahora, su mayor logro profesional. Entendió que estaba ante un momento que podría ser clave para la historia tanto del psicoanálisis como de la quiniela. Aplicar un trabajo profesional y los años de estudio que la psicología había acumulado para darle a los sueños que tenían los pacientes significados útiles para poder hacerse unos mangos podría ser el mayor de los logros de esta disciplina desde que Freud la refundara.


Por supuesto, interpretar el significado de los sueños para conseguir los números acertados no es nada fácil (como tampoco es rastrear aquello que está reprimido detrás de una imagen onírica). Luego del primer acierto, Pinedo y su equipo de trabajo perdieron mucho tiempo (y dinero) por malas lecturas de los relatos de sus pacientes. “Durante varios meses”, afirma una colaboradora del padre del psicoescolaso, “fue difícil sistematizar la relación sueño/número. La mayoría de los pacientes no soñaban con un revólver, el papa o una caída directamente. Costó bastante darse cuenta que, por ejemplo, un hombre que soñaba con su hija no tenía que jugarle al 60 (la virgen), sino al 78 (la ramera); o que otro que veía recurrentemente su anillo de casamiento no tenía que jugarle al 16 (el anillo), ni al 63 (casamiento), sino al 17 (la desgracia)”.


“Un caso paradigmático fue el de un conocido periodista, que soñaba que hablaba en televisión sobre política, sobre economía, sobre fútbol, drogas, ciencias, el Big Bang, la calvicie, y acerca de si Steven Seagal le ganaría una pelea a Chuck Norris. Al poco de terminar su programa, era sorprendido por un grupo de televidentes fanáticos de youtube que lo apedreaban y lo clavaban con los brazos abiertos a un LCD de 42 pulgadas hasta que moría.. Tuvimos varias interpretaciones de esta narración. Rápidamente algunos jugaros al 47 (el muerto), pero perdieron. El 17 no dio resultado, tampoco el 82 (la pelea), ni el 90 (el miedo). Poco a poco fuimos apostando nuevas posibles interpretaciones. Alguno que conocía como el periodista pensaba intuyó que podía ser el 74 (gente negra). Pero nada daba resultado. Luego de unas largas sesiones de terapia, metiéndonos bien dentro de las representaciones simbólicas del paciente, entendimos que el secreto estaba en cómo se consideraba el periodista a sí mismo, jugamos cerca de cien pesos cada uno al 33 (Cristo) y nos fuimos de vacaciones”.


Hay que aclarar que los resultados de esta nueva práctica están todavía en duda, que la técnica es apenas un experimento. Los resultados a nivel psíquico de los pacientes no han sido realmente alentadores: si bien algunos se han sentido mejor luego de someterse a esta terapia (principalmente por el dinero que ganaron) la mayoría no manifestó haber tenido ninguna mejora anímica. Las tasas de suicidio de los pacientes se mantuvieron, las depresiones no disminuyeron y las demandas a psicólogos por porcentajes de sus ingresos se multiplicaron.


Por otro lado, habría que destacar que los resultados económicos han sido óptimos, al menos cuando profesionales dedicados y de experiencia comprobada realizaban el psicoescolasoanálisis. Pablo R, de Grandbourg ganó más de 1200 pesos. Ana D, Lomas de Zamora, ¡16mil pesos!. Y la paciente estrella, Mariquena, que gracias al sueño erótico/incestuoso en que tenía sexo con su hermano en la cama de sus padres ganó más de 230mil pesos con el 99 (justamente, el hermano). No dude más, si quiere salir de sus problemas económicos, comuníquese con nuestro equipo de psicólogos que lo atenderán con la debida consideración y discreción. Dr. Pinedo pinedoganamas@hotmail.com.[3]


Por último, quiero señalar que esta terapia falla en tratar el que infinitas veces he señalado como el principal problema psíquico de la humanidad: la falta de sexo. Este enfoque psicoanalítico no trabaja adecuadamente con la sexualidad humana, ni con los problemas de la libido, ni con la sublimación ni con nada. Por este motivo podría no ser del todo eficaz, al menos hasta que se solucione el inconveniente que hemos señalado. Aunque hay un atenuante a esta falta de atención a los problemas sexuales que se ha notado. Un psicólogo afiliado a esta corriente me señaló algo que realmente debe ser tenido en cuenta: esto es que “con la guita que ganás, te podés ir de putas un montón de veces”. Todavía no parece convencer, pero hay que reconocer que tiene un punto.


Pablo Secsfield fue profesor de la cátedra de Psicoanálisis de la Universidad de Niza, hasta que fue despedido por acoso sexual en 1987.


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[1] Este es un neologismo compuesto que une la raíz “psico” (que etimológicamente viene del griego y significa algo así como alma, pero que luego se transformó en la “psiquis” de las diferentes disciplinas psicológicas actuales) y la palabra escolaso, del lunfardo argentino “juego de azar”.

[2] Si no se dieron cuenta, el 60 es el cura. N del Quinielero

[3] Hemos sido invadidos. N del A

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