(Aclaración: este texto no tiene márgenes a los comienzos de los párrafos no porque no sepa que así deben ir, sino porque es tan malo el sistema de publicación de blogger que no me respeta los que puse en el texto original y no puedo ni siquera ponerlos usando la barra. Una cagada)
Por Aníbal Eduardo López Firmenich
Nacional y popular es el aire que se respira en la Argentina luego de que los movimientos de desposeídos consiguieran quitarse de encima el yugo del neoliberalismo, de los chupasangres sin patria que habían vendido nuestra tierra al Fondo Monetario Internacional y que habían condenado a nuestros chicos a la pobreza más denigrante. Liderados por un gobierno de militantes hemos recuperado la producción nacional y el trabajo florece en nuestra sociedad. Porque ahora todos trabajan: uno sube a un subte y ve niños y grandes vendiendo biromes, stickers o la revista “Hecho en Buenos Aires”; va por la calle y encuentra a algún joven con un paño ofreciendo DvDs piratas; o por qué no hablar de la cantidad de tarjeteros que en el microcentro porteño publicitan los más variados y prósperos departamentos privados y cabarets del país.
Cuando veo toda esta actividad, cuando veo que hasta un niño puede tener la oportunidad de vender almanaques a los alumnos de una facultad para hacer unos pesos, me doy cuenta de cuánto hemos bajado la desocupación en nuestro país, de cuánto hemos mejorado. Por supuesto, aparecen los críticos de siempre, los que nos corren tan por izquierda que terminan llegando a la derecha, como lo hizo el PC en su momento (aunque ahora ya no). ¿Cuál será la intención del MST, el PO, el PTS y otros partidos del trotskismo salvaje cuando acusan a funcionarios de nuestro gobierno militante de estar beneficiando a las telefónicas y a otras empresas de servicios públicos? ¿Será la envidia? ¿Será porque que ellos no han podido tener un símbolo popular como el de Perón? ¿Será porque ni siquiera pueden contar con un “Bombita Rodríguez? ¿Que cuando Capusotto necesitó a un personaje ridículo para burlarse del discurso de la militancia de los 60s y 70s eligió a un montonero, a un PERONISTA, a un SOLDADO PERONISTA, y no a un trosco cualquiera? ¿Será por eso que ellos ahora acusan a verdaderos militantes, haciéndole el juego a la derecha? ¿O será que Altamira, Pitrola y Vilma Ripol reciben dinero del FMI, de Bloomberg y del gobierno de los EE.UU?
Contra el Imperio, San Martín, Perón, el Che y Maradona. ¿Ud de qué lado quiere estar?
Porque, claro, es fácil pararse en el NO, en la crítica, y no en todo lo que construimos. En cómo hicimos de las Pymes un motor para el desarrollo de nuestro país. Porque nuestro país ha dejado el modelo de la miseria mendiga para pasar al de la producción. Porque el apoyo a
Repito, es fácil ponerse en el lugar de la crítica. Y entonces se destruyen nuestras empresas, y los trabajadores que la izquierda dice defender quedan a merced de los empresarios extranjeros, que son inescrupulosos, no como los nuestros, que sólo deben aportes patronales porque les resulta imposible pagarlos, o que se retrasan con los sueldos únicamente cuando el riesgo emprendedor audaz que han tomado los ha dejado sin dinero para afrontar esas obligaciones, o que contratan mano de obra esclava para trabajar en talleres textiles clandestinos en limitadísimas y justificadísimas ocasiones. Cuando los trotskistas nos critican, y cuando proponen sus huelgas marxistas, no hacen más que perjudicar a las PYMES y favorecer al gran capital extranjero.
Veamos el caso por ejemplo de los subtes. Los empleados de este servicio a la patria, captados por esta izquierda ligada a los monopolios internacionales, no han hecho más que iniciar burdas huelgas por problemas menores tales como suba salarial, reducción de la jornada de trabajo para evitar problemas auditivos y un sistema de ascensos justo. Incluso han llegado al extremo de parar por una nimiedad tal como la de “querer tener su propio gremio”: parece que a los señoritos no les bastaba UTA y querían darse el lujo de tener un sindicato que mejorara sus condiciones laborales. ¡¿Qué sigue después?! ¡¿Vagones de oro?! ¡¿Varias de las que se insertaron profesionalmente en el mercado de la prostitución practicándoles sexo oral gratis a los trabajadores?! ¡¿Aumento de sueldo?! ¡Gremios que peleen para mejorar las condiciones laborales! ¡Por favor! ¡Un poco de seriedad!
Puede que a algunos de los lectores les resulte graciosa esta exigencia trotskista de pedir privilegios dignos de emperadores, apenas un chiste de gente pretenciosa que se cree que le pueden pagar lo que merece. Pero no es divertido, es peligroso. Una empresa como la del Subte, ARGENTINA, con CAPITALES DE ACÁ, podría desaparecer o tener grandes pérdidas o reducir sus ganancias en hasta un 8,4% por acciones antipopulares como las que señalé. Claro, un lector podrá decir “Metrovías no es una PYME”, a lo cual yo le responderé “ud tiene una visión demasiado dogmática, como el marxismo, de lo que es una PYME: una PYME es una empresa ARGENTINA, cualquiera, porque trabaja para TODOS LOS ARGENTINOS. Por eso seguimos subsidiando a los subtes, porque son como San Martín, una gesta patriótica”.
Es así que aunque muchos de los que militamos para nuestro gobierno popular revindicamos a los montoneros, no nos olvidamos del límite que a veces hay que ponerle a la lucha obrera, para que ésta no se vuelva en su propia contra. Si los trabajadores consiguieran los aumentos que quieren, entonces tendrían más dinero del que podrían gastar, y tal vez lo usaran para comprar drogas, que antes les resultaban demasiado caras para sus sueldos magros. Si los empleados se acostumbran a ser bien tratados, a tener buenas condiciones para desarrollar sus tareas, entonces, cuando necesiten tomar un puesto para alguien que sea un verdadero hijo de puta, no podrán adaptarse, y correrán el riesgo de quedar sin empleo. Ése es el motivo por el cual nuestro movimiento ha confiado en un paladín de los asalariados como Hugo Moyano, reflejo de una larguísima tradición de Mártires Sindicales, como Ubaldini, Lorenzo Miguel, Vándor, Barrionuevo o el mismísimo Rucci, que han luchado incansablemente para evitar el aburguesamiento obrero.
Pero aparte de despertar a nuestras fuerzas laborales, con el fin de aumentar el PRODUCTO NACIONAL, necesitamos de estímulos financieros a la industria y el trabajo, motivo por el cual nuestra revolucionaria presidenta ha retomado las relaciones con el FBI… digo con el FMI, para recibir una importante ayuda que se traducirá en una mejora en la vida de todos los argentinos, y no sólo de cuatro empresarios garcas con intereses en multinacionales. Es verdad, esta organización ha tenido un pasado poco feliz en la región, y tal vez sus exigencias hayan sido responsables de las desocupación más alta de nuestra historia, pero las cosas han cambiado, el mundo es otro. Nuestro gobierno Nacional y Popular había roto con este organismo, luego de pagarle, valerosamente, miles y miles de millones de dólares de una deuda denunciada por ilegal. Pero ahora, tres años después, tenemos un FMI progresista, que no responde a los banqueros sino a los pueblos y que no intentará quitarle hasta el último centavo a un niño pobre con cáncer terminal y rengo para dárselo a Bill Gates, sino que busca el provecho de todos los hombres y mujeres del mundo.
Esta felicidad es la que quieren ahora los financistas, y por eso ahora nuestra presidenta, contendienta fundamental por nuestros derechos, permite que vengan al país a ayudarnos a construir la patria para todos que deseamos. El nuevo capital es bondadoso, humano y altruista. Los grandes inversores internacionales saben perfectamente que lo que más ganancias genera no es exprimir y oprimir a las masas hasta que cada gota de sangre se haya convertido en una moneda de diez centavos: ellos han entendido que se crea mucho más dinero a partir de la solidaridad. Es con esa postura que el FMI y el gran capital reingresan a
San Martín, Perón, el Che, Maradona y el director del FMI, Dominique Strauss Kahn, cada uno un líder de la emancipación de Argentina y Latinoamérica. Es con ellos que seguiremos avanzando, no con troscos y marxistas dogmáticos, sino con hombres preocupados por hacer que la producción y el progreso lleguen a cada uno de los argentinos, a cada jubilado con ingresos miserables, a cada niño que pide monedas en la calle, a cada joven madre soltera, a cada empresario dueño de una PRMEYGRAN (pequeña, mediana y gran empresa), preocupado por sus negocios y el país. Y así no veremos más desocupación y eliminaremos la mendicidad, porque todos podrán vender biromes en el subte, o cds con compilados de la música de moda en los colectivos, o guantes mágicos en Florida y Lavalle, o sexo en locales nocturnos del mircrocentro.
Aníbal Eduardo López Firmenich es militante en movimientos relacionados a la nueva juventud peronista. Intelectual orgánico al gobierno, ha escrito numerosos artículos, tales como “El que no salta es un trosco”, “El que no salta es gorila” y “El que no salta por Kirchner está con la dictadura”.
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