martes, diciembre 22, 2009

La salada para eruditos

Por Humberto Steinberg


Interesadas por internarse en el estudio de lo que ellas suponen es la cultura popular, llevamos a dos de nuestras más destacadas intelectuales a un paseo por “La Salada”. Así Noemí Di Carlo e Immanuela René Deleuze-Strauss se internaron en la reconocida feria para darnos su agudo punto de vista del lugar y ver cómo los lugareños realizan compras navideñas.

Nota: en realidad no sabemos cómo llegar a La Salada, así que en realidad las llevamos a un bolishopping más o menos grande por Constitución. Igual, para ellas era lo mismo y todos los comentarios que recogimos los hicieron pensando que estaban en la famosa feria lomense.


Navidad, como todos saben una fecha de regocijo, de reuniones con familiares que por suerte sólo vemos una vez al año y, claro está, de agujeros en nuestros ajustados presupuestos de intelectuales que no trabajan para la revista Ñ. Por lo tanto, como tantos argentinos dedicados a tareas mal remuneradas, podemos acercarnos a este relativamente nuevo mercado persa del sur de la Gran Buenos Aires para intentar adquirir aquellos productos de bajísimo precio y aún menor calidad que allí se ofrecen, únicos bienes que nuestros minúsculos bolsillos nos permiten comprar.


Claro, contarles cómo fuimos a hacernos de la misma ropa berreta que uds, lectores, compran con nosotros en este tipo de ferias no tendría demasiado chiste, así que decidimos hacerlo interesante. Immanuela René Deleuze-Strauss, destacada antropóloga del barrio de Belgrano, actualmente dando clases en los EE.UU, tenía como proyecto de investigación, como anhelo profesional, concurrir a este mercado para estudiar los particulares comportamientos de los “nativos”. Además, Noemí Di Carlo, en su afán de liberarse de los infundados comentarios que la han presentado como “una cheta insufrible”, no quería ser menos que la investigadora, y estaba deseosa de dar su visión de La Salada “desde la formación académica, desde un acercamiento de la crítica literaria hacia esa cosa que está ahí abajo”.


Llegamos con las primeras horas de la mañana. Luego de convencerlas de que no era necesario contratar a un lugareño para que oficiara como traductor, ingresamos al mercado, y ya de entrada las dos estudiosas quedaron impresionadas por la variedad de productos que se podían encontrar. “Quiero saber si podemos comprar libros acá –afirmó la Dra. Di Carlo-, porque mi sobrino me dijo que él compraba libros usados en una feria muy parecida a esta. Quiero probar la experiencia de comprar un libro usado”. “Te equivocás Noemí, yo ese lugar ya lo estudié, es muy parecido, pero se llama Parque Rivadavia y queda en Caballito. Ahí no venden ropa, lo sé porque le quise comprar un vestido a una chica[1] y me miró con cara rara. Tenemos que tratar de no alborotar a los naturales, porque si actuamos sin tener en cuenta sus costumbres podemos llegar a ponerlos nerviosos”.


De más está decir que a la Dra. Di Carlo no le gustó mucho que la corrigieran, y con una sonrisa cortés pero enérgica le respondió “qué bueno que conozcas tanto”, que en su curioso lenguaje de eufemismos se comporta de una manera similar a la que en nuestra lengua lo haría una frase como “la próxima vez que me das cátedra te emboco”. Este percance, de todas maneras, no fue capaz de separarlas, y siguieron juntas comentando maravilladas lo que iban descubriendo.


Durante largo rato se sucedieron ante nosotros infinidad de prendas de vestir, calzado, ropa interior, productos electrónicos y adornos navideños. La Lic. Deleuze-Strauss era la más curiosa de las dos paseantes, y cada tanto sacaba fotos (a escondidas, para no alterar a los lugareños) de los productos que encontraba. Se quedó fascinada con una remera de manga larga que imitaba el buzo de un equipo de algo que parecía un deporte norteamericano, y que por el tamaño se le antojó que debía ser para un hombre de una altura superior a los dos metros. Cuando luego vio que la compraba un chico de apenas 1,70, y que encima se la ponía, a pesar de la diferencia de talle, entro en éxtasis antropológico, y comenzó a tomar frenéticos apuntes en su anotador. Sin cambiar de actitud, me solicitó que preguntara el precio de la prenda, lo hice y luego le comuniqué a la señora que la respuesta era “12 pesos”.


La Dra. Di Carlo estaba en otro puesto, mirando con cara de ligera repugnancia unas piezas de ropa interior. Tocaba la tela, que le parecía áspera como un rayador viejo, y entonces me señaló un cartel que rezaba “4 por 30 pesos”. Indignada me susurró, “¿Cuatro pagos de treinta pesos por esta bombacha de no muy buena calidad[2]? ¡Por esa plata compro unas buenas en serio!”. Yo le respondí: “no son cuatro pagos de 30 pesos, son 4 prendas por 30 pesos”. Ella me miró sorprendida, casi temerosa, y soltó la bombacha como si le quemara en la mano. La Lic. Deleuze-Strauss, que llegó a ese stand segundos después, le sacó una foto a la oferta y se llevó una muestra de esa ropa interior para su colección etnográfica.


Siguieron paseando las dos mujeres, una asustada, aunque tomando valor, la otra fascinada. Alcanzaron unos puestos que ofrecían artículos de electrónica, principalmente celulares y mp3. Allí los parlantes de los teléfonos reproducían al unísono unas treinta cumbias diferentes, sin que se generaran problemas de armonía entre sí, y las dos mujeres quedaron pasmadas.


-Esto es cumbia –señaló la antropóloga, dando muestra de su erudición -.Vos preguntaste por libros, pero acá los libros no existen. En su lugar escuchan esta música y se pasan las letras por sms. Escuchá:


“••♪•Pablo sabes qe soi tu amigo

te tengo qe contar

de lo qe fui testigo

el sabado a la noche cuando

estaba tocando

la vi a tu noviecita qe te estaba engañando..•♪•

♪•Nestor esta yo no te la creo

te tengo qe decir qe vos sos un embrollero

dejate de joder ii no hagas mas kilombo

lo qe a mi me parece le qeres llenar el bombo..•♪•

•♪•Pablo te pido un favor..

nestor tmb me gusta..!

me qedo con los dos!

no kiero qe peleen..

sho kiero festichola

uno x adelante

ii el otro x mi cola•♪•

•♪•PERO MIRA QE ATREVIDAAH..

RESULTO SER LA NENA..

Y WENO WACHO..

A LOS DOS NOS PASA KBIDA..

LE DAMOS(?)

¡¡HASTA QE SE KNSE!!•♪•

•♪•Dale menea pa abajo..

move ese tajo..

te rompo el cuu..!•♪•

(x3)”[3]


La Dra. Di Carlo no entendió lo que decía la canción y me pidió que se la tradujera al castellano. Evitando explicarle que la letra ya estaba en castellano, hice una suerte de adaptación de los términos de la letra a un lenguaje que fuera lo suficientemente rebuscado como para que ella los pudiera entender, y aún así no me creyó que dijese eso. Deleuze-Strauss, que afirmaba “entender el idioma”, le aclaró que yo no estaba mintiendo, y que eran comunes este tipo de experiencias líricas en la cumbia.


La Sra Di Carlo estuvo a punto de gritarle algún enérgico improperio, pero luego se dio cuenta de que no podría volver por su cuenta a su casa. Se abrazó a la antropóloga que, con una gorra en su cabeza, cargando una decena de cds grabados y llevando un par de zapatillas imitación de Nike, atravesaba el mercado anotando todo lo que veía en pleno orgasmo etnográfico. Yo las veía disfrutando cada una a su manera, y entendí el bien que les había hecho al llevarlas allí. Ese fue mi regalo de navidad para ellas… mientras que para mis familiares y amigos llevé dos pares de jeans, cinco dvds truchos, un par de adiddas falsas con cámara de aire, y algunas remeras. En todo, no gasté más de 200 pesos. Felices fiestas.


Noemí Di Carlo fue profesora de literatura argentina en la UBA, ensayista y crítica literaria. Entre sus trabajos más importantes se encuentran una serie de artículos y libros dedicados a Adolfo Bioy Casares, tales como "Bioy, un escritor del límite" o "Diario de la guerra de Bioy". En la actualidad realiza charlas junto a Gonzalez Oro en el canal C5N.


Immanuela René Deleuze-Strauss

Prof. de Antropología No-Prejuiciosa en la Universidad de New Mataderos, Chicago, EE.UU. entre sus trabajos publicados figuran los libros “Ellos no tienen la culpa de ser negros” y “El Plumero. Divertidas prácticas sexuales indígenas”



Humberto Steinmberg ha publicado numerosos trabajos de semiótica y análisis del discurso aplicados a personajes infantiles y populares, entre ellos “Los Tres Chiflados y su simbología en la Revolución Cultural China” y “Celeste, siempre Celeste y el furor por el 1 a 1 en épocas de menemismo”



[1] La chica no trabajaba en ninguno de los stands del parque, sólo estaba paseando y, además, tenía puesto el vestido que le querían comprar.

[2] En su idioma de eufemismos esa frase as igual: “por esta bombacha de mierda” N del. Traductor.

[3] Notarán una ortografía un tanto irregular, pero es exactamente así como aparece escrita la letra de este tema de Néstor en Bloque en el sitio web donde fue conseguida.



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